"Las personas se miden por la soledad que soportan,
y la mía es mi mayor capital"

CXLIII

Quiero que reces conmigo
en este canto de sangre y de flores
de raíz rota y consagrada
de dioses dormidos por nanas de voces púrpura
donde cada héroe se vuelve villano
si al sujetar la espada no ve reflejo en el acero

escucha el eco de este cuento y dime
cómo se retuerce el verso contra el árbol milenario
cuántos animales cuentas muertos a sus pies
dónde se manchan las plumas con la sangre
y si distingues la sangre de la sangre
porque no es lo mismo el sacrificio con que regamos nuestro árbol
que lo que derramamos por error o por placer

reza conmigo al gigante enterrado
reza conmigo a sus manos que tienen nuestras manos prisioneras
a este olmo de alma envenenada que ha escrito nuestros nombres en su tronco
tallados y tachados y tallados y tachados
como el fruto podrido que somos
que tras la caída no supo rodar y quedó atascado en las raíces

así que te quiero ver rezar y cantar y gritar
distinguir la sangre de la sangre
y negar la manzana que te ofrezcan estas manos enterradas

pero todos han mordido del veneno y mientras canto
tú y el resto parecéis fantasmas con el vientre abultado de cianuro