La fría textura me abrasó y perforó la carne al tiempo. La plata atravesó mi piel de forma limpia y efectiva. La bala me taladró el cráneo, justo entre ceja y ceja, expulsando la vida de mi cuerpo, arrebatando un último suspiro de lo que en minutos serían unos labios fríos; manchando el pavimento con los restos de un cuerpo sin vida.
Y la verdad, fue tan irónico, que creo que mi alma estalló en carcajadas en un extraño ataque de humor negro y satírico. ¿Acaso no era yo la asesina? Y era mi vida la que se extinguía en un instante. La cazadora había muerto. Había sido eliminada. Y ni más ni menos que por el impacto, por el balazo, de mi propia arma.
Quizás no podría haber un final más perfecto, pero fue justo antes de mi golpe final, en mi último segundo, cuando alcancé a ver los ojos abatidos de Cyros. Y supe entonces, mientras el proyectil se abría paso a golpes de fuego por mi piel, que no había manera de descansar en paz; aún me quedaba trabajo por hacer.
(suspiro laaaaaaaargo)
ResponderEliminarEse es el suspiro que yo dejo cuando leo una de estas entradas. Tan sanguinarias, perfectas, quita latidos, y ¡barw!
Es genial este nuevo rincón tuyo, me quedo por aquí, mi queridísima Elito.
(abrazo
más que enorme)
Te juro que me has puesto los dientes largos con esta historia. (Yüe exige saber más, porque las historias de balas metálicas y asesinos a sueldo la enamoran)
ResponderEliminarlatidos llenos
de
morfina
"Y la verdad, fue tan irónico, que creo que mi alma estalló en carcajadas en un extraño ataque de humor negro y satírico. ¿Acaso no era yo la asesina? "
ResponderEliminarEs genial.
:)
'Y supe entonces, mientras el proyectil se abría paso a golpes de fuego por mi piel, que no había manera de descansar en paz; aún me quedaba trabajo por hacer.'
ResponderEliminarEspero que nos cuentes cómo le va el trabajo, porque de verdad que es genial.
(me quedo por aquí)
Veo que no soy la única que se ha enamorado de esta entrada, a ver que más pones por aquí... :)
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