"Las personas se miden por la soledad que soportan,
y la mía es mi mayor capital"

XI

Me sujetaste, piel con piel, 
por miedo al roce con extraños.
Tu indómita cintura se acurrucó en mi costado.

Noté tu palpitar, tu sed constante, 
tus pies de plomo en el asfalto;
el suelo en llamas de un verano herido.

Me quitaste el libro de las manos:
mi Hamlet, tan gastado.
Se iluminó el verde. Tu sonrisa fue vaga.

Yo seré tu príncipe, mi Ofelia, murmuraste,
y el cariño galopó en mis venas.
Y andamos, entre ruido ajeno y cláxones vacíos.


Lo que hacen las tardes cansadas
releyendo clásicos.

1 comentario:

Puedes dejar algún suspiro que otro. Bueno, si quieres.