En
un momento, mientras Wendy volaba fugaz y yo la seguía a distancia
para darle espacio de vuelo, el viento cambió tomando fuerza. Wendy
perdió el equilibrio unos instantes, y ambos frenamos,
manteniéndonos en el aire con aleteos rápidos. Recuerdo cómo
sonreí al ver que ella se estabilizaba. También recuerdo su grito
asustado al fijarse en mí. Mi miedo revolviéndose en mi pecho; el
suyo escapándole por la boca. Y la bolsa de plástico que el viento
había arrastrado, envolviéndome en su interior.
El
viento cobró más fuerza, y la bolsa me arrastró consigo, chocando
contra ramas y troncos. Recuerdo haber escuchado los gritos
desesperados de Wendy entre el sonido asfixiante del plástico al
chocar contra el aire. Pero el sonido que me rodeaba era más fuerte,
y los gritos de Wendy en comparación no era más que una especie de
eco lejano; o quizás es que, con el tiempo, lo recuerdo así. La
bolsa dio un vuelco, y sin saber cómo, salí desprendido de ella.
Y
saboreé el aire una vez más.
Se
me escapó la libertad entre las plumas.
Caí
(y la vi caer).
Choqué
con Wendy, que debía de estar siguiendo la bolsa de cerca, y..
Escuché un grito, un golpe seco. Chillé. El dolor me recorrió todo
el ala izquierda, noté la sangre manchándome las plumas, y mi miedo
se arrebujó en mi garganta. En un grito ahogado, casi forzado, la
llamé. Me revolví desesperado, sin siquiera buscar aquello que me
retenía en el aire; aquello que hacía sangrar mi ala izquierda. Y
aunque no quería, tuve que mirar.
El
pulso se me aceleró, y mi miedo palpitó con fuerza en mis oídos.
Las imágenes del nido asaltaban mi cabeza con ganas, me llamaban, me
recordaban lo estúpido y temerario que había sido. Volar no merecía
la pena, porque por un paso en falso lo podías perder todo. Y
entonces, Wendy volvió a mi cabeza, y mi miedo cambió de forma en
mi pecho; se revolvió, chilló, y volvió a revolverse con fuerza,
mutando: ya no era miedo a volar, era miedo a perder a Wendy.
AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY. POBRECILLOS D: Me has hecho leerme estas entradas también de tirón, es que ñaskldfñaskld. Son preciosas y adictivas. No imaginaba que el vuelo les fuera a traer algo así, quiero saber qué ocurrirá con Wendy y Alatriste.
ResponderEliminar¡Un beso!
Ay, Wendy, mi pajarilla, ¿qué le habrá pasado? Pobriña. Y el otro pajarillo, con el ala realmente tocada. Jope.
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