Me incorporé como pude, notando el dolor recorriendo mi extremidad herida. Un nuevo grito se extendió por la garganta de aquella bestia alada, y sentí nauseas por pertenecer al mismo tipo de animal. Sus alas se extendieron, y el búho se volvió una criatura aún más enorme. Mi miedo se aterrorizó y se replegó por mi pecho, devolviendo aquel trote constante y vertiginoso a mis latidos. El pánico me dominaba, y veía mi muerte reflejada en las inmensas y amarillentas pupilas del pájaro: la sangre esparcida por su boca; mis tripas disolviéndose en su estómago. Ya casi estaba muerto, y lo único que podía hacer era huir.
Se lanzó hacía nosotros con rabia y ferocidad, reflejando en sus ojos y en la tensión de sus plumas el hambre que se revolvía en su vientre: eramos una presa fácil, un animal herido, pequeño y suculento, empapado en movimientos cobardes. Y pegué mi cuerpo al suelo cuanto pude, con la ansiedad del momento palpitándome en la sien y mi miedo desquiciado en pleno ataque de resignación ante la muerte. Y la esperamos. Esperamos al cuervo más oscuro del mundo, a la parca particular de nuestra especie. Y por suerte o por desgracia, no llegó.
Los chillidos y violentos aleteos del búho se multiplicaron, y ya no se escuchaba el eco del hambre en su garganta, sino el miedo y la ira de la presa perdida y el orgullo mancillado. Y aunque mi miedo y yo ya nos regocijábamos en nuestro propio charco de sangre ficticia, la curiosidad nos superó y alzamos la vista para contemplar la escena: otro búho, un búho blanco y majestuoso, había aparecido. Combatía con ganas contra el otro con su ansia animal por devorarnos, y aún así era nuestro salvador. Y mientras luchaban, mientras se desgarraban la carne zarpazo a zarpazo y se chillaban mutuamente, mi miedo tomó el control y huimos del lugar.
Horas después, quizás en plena madrugada, nos desmayamos famélicos.
Que bonito! Digo, un poco duro, pero con un final que a mi me a¡parece de lo más lindo. Muchos pueden pensar que ese buho blanco es solo otra amenaza, pero tambien lo podemos ver como un salvador, como tu bien dices. me encantó(:
ResponderEliminarPues que suerte que apareciera el otro búho. Pero es normal que el miedo le paralizara
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