"Las personas se miden por la soledad que soportan,
y la mía es mi mayor capital"

¿no te pesa la gilipollez?


Deja de hacer el imbécil, idiota, testarudo, cacho de carne con ojos ¿en qué estabas pensando? –Jenn lo mira con la ira en la mirada y un cigarro ya consumido que arremete con volver a encenderse sólo por estar entre esos labios tan de infierno.
Déjame en paz, Jenn, no me toques los huevos que suficiente tengo con esconderme de la pasma.
Mira, te lo dije, maldito cabeza hueca ¡te lo dije! No hagas tratos con Vin, que terminarás mal, muy mal.
¿Vas a seguir dándome la puta charla o podemos coger los billetes? Te repito que la policía me busca por haberle metido un disparo a un madero en la cabeza.
Y haber ayudado a que tu amiguito Vin se escapara de la cárcel.
Me prometió muchísima más pasta de la que tú verás jamás, ¿vale?
Incrédulo.
Zorra.
Yo al menos follo, tú dentro de poco estarás muerto, pedazo de gilipollas.
¡Ya está bien! –se levanta de sopetón, provocando que la silla se caiga hacia atrás. Están en la casa de ella, a oscuras para que crean que no hay nadie.
Aunque están gritando demasiado como para hacer creer tal cosa.
Vale, Andy, vale, lo que tú quieras –Jenn se levanta lentamente y escupe el cigarro al suelo. Se contonea de manera exagerada y pillando al chico por sorpresa se da la vuelta y levanta el dedo corazón. En él luce una dulce cicatriz: "por levantarlo demasiadas veces" siempre dice ella cuando Andy le pregunta–. Parece que te van las zorras ¿no, Andy?
Vale, lo siento, joder, no debería de haber dicho eso.
Pero lo has dicho.
¿Podemos volver al problema de verdad? Me están siguiendo, saben que somos amigos –se queda un rato dudando, dejando que la mirada oscura de ella penetre en la marrón de él, embistiéndolo psicológicamente con fuerza– o lo que sea. Vendrán aquí, me van a coger, y los enemigos que Vin tenía en la cárcel me van a destrozar.
Es más importante mi orgullo que tu estúpida vida –cruza los brazos–. Total, por otro hombre con el cerebro de mosquito que muera tampoco creo yo que pase nada.
Por un momento algo hace click en la cabeza de Andy, y una vocecilla que hace de conciencia –o más bien de maldito recordatorio– le susurra entre risas que es un puto gilipollas. Todo ello, claro, mientras Jenn continúa con su magnífica retahíla de insultos y palabras preciosas. Ojalá fuese horario infantil, porque todo lo que saldría de su boca sería un pitido insufrible, e incluso eso es mejor que aguantar a la chica en ese estado. Excepto si le tapan la boca con una de esas estúpidas bandas negras. Esos labios no merecen tal castigo, incluso siendo los de Jenn.
Te lo estoy diciendo en serio, ¿vale? Tenemos que largarnos de aquí, y créeme que la poli es el menor de los problemas.
La mujer alza una ceja, y sus ojos negros desprenden tanta rabia e ironía que podría encoger las pelotas de cualquiera. O ya lo está haciendo. Mejor no dar detalles.
O sea, explícame cómo va ésto, por favor: Tú –por cierto, mi ratero de tres al cuarto favorito– vas y te decides a hacer negocios sucios con Vin. Ese Vin. El mismo Vin que únicamente es famoso por tener un par de amigos subnormales, entre los que te encuentras, y por saber ganar más enemigos de los que un agente de la condicional recomienda.
Ambos se quedan en silencio, las manos de Andy sobre la mesa, los dedos de Jenn tamborileando en su brazo. El público contiene la respiración justo cuando las luces de un coche patrulla asoman por la ventana y pasan de largo a toda velocidad. Oh, cuánta tensión.
¿Sigo? Sigo... –asiente un par de veces tras escuchar las sirenas y comienza a pasearse por la habitación–. En fin. Tú y Vin, dos camaradas en una aventura épica que resulta salir horriblemente mal. Cada uno por su lado, y tú, por supuesto, cargado con una bolsa de billetes, un muerto, la policía, y los famosos enemigos a los que Vin ha querido robar el botín. ¿No te pesa la espalda? ¿La conciencia? ¿La gilipollez?
El silencio sigue, y si algo pesa es la sorna continua en las palabras de ella.
Mira, aprecio que hayas venido por aquí, de verdad. –Jenn cambia el peso de un pie a otro y con él el tono de su voz, ahora más calmado.
No lo parece.
No seas capullo, ¿quieres? Ya sé que es una urgencia y que no pretendías ponernos a los dos en peligro, pero la verdad es que ahora estamos jodidos los dos.
Por eso. Tenemos. Que irnos. –su voz es apremiante, y no tiene nada que ver con estar hasta las narices de la infinita discusión. En absoluto.
Antes de que Jenn pueda abrir la boca para continuar el debate, alguien llama a la puerta, y la voz de un tal agente de policía, abran, por favor, les deja a ambos de piedra.
Andy mira a Jenn; Jenn mira a Andy. Y mientras ésta piensa en alguna manera rápida de salir del problema, él maldice su suerte y se pregunta por qué no habrá seguido robando carteras en el metro.



Stra. While  /  Elito

--------------------------

He llegado a la conclusión de que ahora mismo, lo que es para escribir, no sirvo mucho. Pero como este lugar es mi lugar, mi pequeño rincón, pues como que tampoco lo voy a abandonar así por las buenas. Colgaré cuando sienta que pueda colgar algún escrito, y que me merezca la pena. Y cuando se den más Vis a vis, por supuesto.
De momento, gracias a la gente que ha seguido comentando y pasando por el blog (y a los que han pedido que no pare de escribir). Sois un cielo y me animáis los días raros, que son muchos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes dejar algún suspiro que otro. Bueno, si quieres.