He
visto el hambre asomando en tus ojos
y
me he preguntado cómo nacería en mí
si
palpitaría en mis manos, en mis piernas
si
boquearía en mis labios
como
lo hacía en mi Madre cuando ella miraba el árbol maldito
que
le mojaba los muslos.
Porque
aunque tengo hambre y me faltan manos
y
brazos y piernas
y
tripas que se aprietan
y
pechos que no paran de correr
mientras
el frío se rompe en la noche,
lo
que de verdad me preocupa es la sed.
El
hueco que se alza al estómago
y
se esconde tras la piel y ruega
en
susurros cobardes
que
sea tu voz la que resuene en este abismo
que
sean tus dedos los que se agarren a esta piedra.
Porque
apenas tengo días que contar con los dedos de una mano
pero
ya tengo rota la garganta sólo de pensar en sentimientos
en
el invierno
que
sabe a verano.
Porque
tengo la boca hecha agua sólo de pensar
en
seguir llenándome el pecho contigo.
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