Estoy
cansada de ver morir a mis hermanas
mientras
otras se alimentan de la mierda
que
chorrea de esas manos
como
si fuera un manjar exquisito
y
como si las cadenas que chirrían en las muñecas de todas
no
fueran más que la música de fondo
trillada
y rallada
de
una disquetera rota.
Tengo
fuego en las manos y ceniza entre los muslos
y
no sé cuánto falta para verme empapada en gasolina
para
que prenda la cerilla y
tan
solo me quede arder
e
incluso tengo miedo de verme atada a la columna
y
que la condena sea vernos a todas morir entre las llamas.
Porque
esto es como un mito sin escapatoria
y
todas tenemos el hígado sangrando
mientras
el buitre
el
águila
la
bestia excusada en animal
nos
devora la carne a picotazos
nos
colma la cabeza de flores con espinas
y
nos pide salivando que no tengamos miedo.
Puede que el viernes que viene esté recitando esto,
y me hace mucha mucha ilusión.
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