La
pistola en la mesa, a tan solo unos pasos de mí. El humo empapando
el ambiente, contaminando un aire ya intoxicado de por sí. El olor a
cerrado, a tierra, a tabaco y a licor del malo... daba nauseas, pero
todos nos habíamos acostumbrado. No nos quedaba otra si queríamos
vivir allí. Y queríamos. Vaya si queríamos.
–
No deberías demorarte más. Tarde o temprano tendrás que hacerlo,
pequeña. Si no es hoy, será mañana, y cuanto más lo retrases más
te costará. Tienes que acostumbrarte, ya lo sabes. No puedo dejar
que sigas mirando toda la vida, Sue. Para volverte fuerte tienes que
tomar parte de verdad.
Gross
tenía razón. Él siempre tenía razón. Ni siquiera discutí con
él. Simplemente habló, yo callé, y el silencio nos pesó en los
hombros como si cada uno cargase con su yunque de mierda particular; y el
suyo era peor que el mío, lo tenía claro.
Aspiró
de su cigarrillo barato de aquella forma lenta y compasiva suya, casi
como si lo besase en compensación por consumirlo. Años después yo
me esforzaría por copiar el movimiento; se convertiría en una
manía, y me costaría horrores dejar de fumar.
–
Sue.. –el tono exasperado de su voz...
Cerré
los ojos con fuerza y respiré hondo. Siempre me había creído
preparada para aquella escena, pero a la hora de la verdad me estaba
acojonando como la estúpida cría que era, y no siendo valiente como
la niña madura que aparentaba ser. Caminé con paso firme hacia la
mesa, agarré la pistola, y entré en la habitación contigua
cerrando la puerta tras de mí. El suspiro dolorido de Gross se me
clavó en la columna y me recorrió el cuerpo con una sacudida. Se me
erizaron los pelos de la nuca y tragué saliva. Era lo peor que podía
hacer: empezar con miedo.
Y... por aquí aparezco de nuevo.
Tengo varias cositas preparadas,
varias entradas pendientes, y he avanzado
mucho muchísimo con la historia de Rotos.
Otra cosa: Como la idea de Sue (Y llegaron los monstruos)
crezca y vaya a más -porque esta entrada no es
más que un fragmento de 4 páginas que escribí
en su día, y que ya colocaré el resto-,
voy a plantearme el ponerme
voy a plantearme el ponerme
en serio con esto.
En fin, que estoy por aquí.
Nos vemos por Blogger <3
(realmente mágnifico♥)
ResponderEliminar*mimos*
Me has enganchado desde el principio. Donde hay una historia de pistolas, sangre y miedo ¡Allí estaré para leerla!
ResponderEliminarMe imagino muchas cosas en esa habitación donde está Sue, y ninguna es de "vivir perdices y comer perdices".
(nunca debe dejar que el miedo la detenga)
Hace mucho que no te leo, y es una pena porque sabes que me encantas (me alegro de que hayas vuelto por blogger)
ResponderEliminar<3
Adoro tu forma de escribir :D Me encanta la entrada <3 Un besitoo
ResponderEliminarCreo que a todos nos ha entrado un escalofrío cuando Sue ha entrado en esa habitación.
ResponderEliminarMe alegro de haber descubierto tu blog. Tienes una bellisima manera de escribir. Sigue así <3. Me quedo para seguir leyéndote.
-besos de invierno-
K.
No podia dejar de leer , enserio . . . quiero leer mas <3
ResponderEliminarHas llegado con fuerza, sí señor.
ResponderEliminarEspero con ansias tus demás escritos. Porque este, sin duda... Pfff. No sé, consigues que no pueda parar de releer.
¡Un beso!