"Las personas se miden por la soledad que soportan,
y la mía es mi mayor capital"

era invencible.


Cuando la encontramos en el suelo, no lo entendí. Aún a día de hoy sigo sin entender lo que pasó.

    – ¿Mamá?

¿Cuántos veranos se han teñido de frío? Al parecer, más de la cuenta.

No puedo escapar de las pesadillas. Ni de la presión en la garganta, ni de la escarcha en las pestañas. No puedo, no del pasado.

Qué tonta soy. Y yo sin saberlo.

Cuando la encontramos en el suelo, no lo entendí. Era apenas ocho años de conciencia en un cuerpo escuálido y huesudo, un cuerpo que vivía el verano como la maravilla que era y que debería seguir siendo: colores cálidos que me bañaban entera y apretujaban mis pequeños músculos con mimo y cariño. Aún hoy, a veces lo hacen. Sólo a veces. El resto son colores fríos.

La alerta en los ojos de mi padre fue el detonante, la mecha prendiéndose y propagando el pánico en los críos sin miedo que mi hermano y yo nos considerábamos. No, es mentira. Era yo la que se consideraba invencible; porque, aunque recuerdo el miedo palpitando en mi pecho, fue apenas un brote inocente, la suposición de un fallo de secuencia, el guión incorrecto en nuestra vida familiar.

Se llevaron a mi madre al hospital, pero su sombra quedó en el pasillo como la escena de un crimen fallido. Sólo fue un desmayo, sólo eso. Una bajada de tensión quizás, qué sé yo. Mi hermano permaneció en el sofá entre temblores pálidos, mientras yo lloraba en silencio por el temor asfixiante que empapaba la sala. Pero no había miedo, porque era invencible. ¿Lo fui? Lo era.

Años después, tras el divorcio, mi madre intentó convencerme de que aquello fue culpa de mi padre. No la creí, me negué en redondo.

Quizás ya no soy tan tonta como antes. No me dejo embaucar, o eso creo.

Pero no soy invencible. De eso sí que estoy segura, Rose; que aunque la coraza es de hierro, yo no.

2 comentarios:

  1. ¡ Hola !
    Me estoy enganchando a tu blog! jajaja
    Que buena entrada.. yo creo que algunos nos sentimos invencibles, que hay cosas que no nos pueden pasar a nosotros, y cuando nos pasan hacemos como si nada, pero no creemos invencibles, como bien has dicho, como si n afecta, como que no va con nosotros. Eso nos pasa a las personas que somos cerradas a la hora de confiar, que lo llevamos dentro, que no queremos sacarlo a fuera por la imagen que nos creamos nosotros mismos de invencibles.
    Pero todos tenemos alguna debilidad, y a veces, aunque sea a una persona, hay que dejarla ver, y demostrar que nos somos de hierro, porque alfinal los que somos asi somos los que más corazón y mas sensible somos.
    Espero haber captado bien el mensaje del texto, o al menos eso he entendido, lo has reflejado en una historia.
    ¡ Un saludo !

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  2. A menudo construimos corazas alrededor, pero estas no son indestructibles, y cuando se rompen, los cachitos hacen daño.

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