No
te imaginas lo fácil que era
cuando
me leías sin saber nada de mí.
Cuando
todo quedaba en hipotéticas tazas de té
en
vez de las noches pidiéndote besos.
Porque
la tendencia a la complicación
casi
parece incrustada en el cuerpo, y me creo
más
de caminar a solas, de pelearme conmigo,
de
tropezar con mis pies y tragarme el incendio
del
puto asfalto veraniego.
Pero,
¿y lo que me río yo de las niñas enamoradas?
De
las que cogen de la mano y se pierden en pupilas ajenas;
por
eso de ser la niña de sus ojos,
cuando
yo no quiero tener que olvidarme
en
el verde profundo de los tuyos gastados
ni
que veas el exceso de miedo en los míos.
Aunque
me estallan las ganas tantas veces
que
el joder se escapa más de lo debido;
porque
sería la niña de tus piernas,
y
de tus manos y de tu boca,
y
de todas las cicatrices y punzadas
que
te dé por querer remendar en una misma noche.
Como
si te las inventas todas
o
tengo que forzarlas yo a bocados
mientras
me vibran las carnes
entre
el nervio impaciente;
mientras retumba la tez clara del pecho
y me claman los mordiscos.
"El cielo ruge y te vidria los ojos. A mí no me engañas, estás triste.
ResponderEliminarPero
qué
bonito
existes."
Yo no me explico como puede haber gente capaz de escribir así. Dan ganas de enamorarse de letras más que de ojos.
ResponderEliminarPerfecto.
Hacía tiempo que ningún blogger me hacía estremecer y menos como tu lo has hecho. Gracias y enhorabuena, terriblemente bueno
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