"Las personas se miden por la soledad que soportan,
y la mía es mi mayor capital"

niños perdidos.

No escuché los gritos, ni los lamentos, ni los rezos ni las súplicas mientras el nudo y la nausea se les hinchaba en el estómago, lo mismo que no vi el pánico empapando pares de jóvenes ojos. No pude oír ni una de aquellas voces, pero sí que noté el silbido del metal cortando el aire, mis brazos frágiles zozobrando en pleno vendaval, y aquel cosquilleo en el vientre cuando me tembló el cuerpo entero y sentí cómo en mi ombligo se arremolinaban decenas de almas asustadas.

Y ahora sólo queda agua salada que me mancha la piel a cada rato, y susurros en el aire que no entienden y a veces hasta piden a gritos una explicación. Ya sólo me queda una cicatriz en la tripa, cada día más limpia, cada día menos lastimera y con menos signos de sutura, en la que noto las manos fuertes de todos aquellos que se agarran cerrando los ojos y apretando los dientes como fieras.

Como la piedra que ahora yace en mi pecho y me pide despacio y bajito que no olvide, que cruce los dedos para que no se repita y tenga a bien en abrazar a todos aquellos que un día aparezcan frente a mí, que se caigan de rodillas y se derramen en mi tierra, y que rueguen por favor que les devuelva a todos los que no quise acoger y se aferran a mis piernas como niños perdidos.



Creo que es lo más duro que he escrito en toda mi vida,
y ni siquiera sé si está bien, si es de buen gusto,
nada de nada.
Pero a cada día que se habla de ello se me ponen
los pelos de punta, y joder,
cómo duele.

1 comentario:

  1. Ay, joder, Elito, es genial, especial, horrible, triste, magnífico. Hacía tanto que no te leía que ya se me había olvidado lo fabulosamente bien que escribes.
    (no dejes de hacerlo, y a ver si nos traes más entradas que se te echa de menos)

    amor de While.

    ResponderEliminar

Puedes dejar algún suspiro que otro. Bueno, si quieres.