"Las personas se miden por la soledad que soportan,
y la mía es mi mayor capital"

mantra.

"Los amigos buenos son los que evitan que el otro reciba una paliza".

Ese había sido siempre el mantra, la base de una amistad que se cubría las espaldas y paraba los golpes sin importar la fuerza del impacto. Muchas veces su filosofía fraternal salía cara y no parecía merecer la pena, con tantos ojos hinchados y pómulos morados que pronto amenazarían con estropear la foto de la graduación. Pero Lauren sabía que su espalda siempre rozaría con la de Louie y, aunque luego se enseñaran los dientes y uno acabara con la nariz sangrando, nunca dejarían que nadie les tocara un pelo.

Por eso mismo, la primera vez que Ryan se cruzó con ellos Lauren no dudó ni medio segundo en parar un golpe que no estaba destinado a él. Y le crujió la mandíbula, acabó en el suelo, y notó jodidamente rápido el sabor de la sangre en su boca.

Pero lo más impactante no había sido el dolor, sino la expresión de Ryan como un animal salvaje, con la alerta en los ojos y todo su cuerpo temblando presa del miedo; como si estuviera frente a algo tan raro y extraordinario que no pudiera evitar asustarse ante su inmensidad.

Porque Lauren no lo había notado, pero el puñetazo había iluminado su piel por un instante.

Y los dedos de Ryan, tan acostumbrados a electrocutar todo a su paso, temblaban ahora ante el pararrayos que le miraba con sus enormes ojos desde el suelo, acariciándose la mejilla y preguntándole qué coño le pasaba por la cabeza para arremeter de esa manera contra nadie.

2 comentarios:

  1. Vale, este es de mis preferidísimos. De la vida. Tiene una violencia y una fuerza, tan eléctrico. Es buenísimo, Elito. Estate orgullosísima de tus pequeños y de ti siempre.

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