No te toques.
No te toques.
No te toques pensando en mí
aunque sea yo quien imagine
tus dedos hurgando y penetrando entre mis piernas y
unos ojos que se alzan desde el vientre.
Porque estos huesos son un caos
y huyen del deseo de tu sexo en mi sexo;
tu cuerpo en mi cuerpo transformado en una bestia sedienta
que cierra las piernas y ruge
con el hambre enquistado en el pecho.
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