A Louie ya no le quedaban dedos para contar las veces que había repetido lo mismo. Todavía podía enumerar cuando se lo dijo a Lauren, aún siendo unos críos, después de que su padre se fuera de casa por quinta vez; el resto, se perdían en todas las veces que su propio padre suspiraba ante las buenas nuevas que había dejado la familia.
Pero todo se aprende a base de repeticiones, y Louie esperaba paciente. Cogió aire, y en su interior cruzó los dedos para que Lauren aprendiera y decidiera no seguir haciéndose daño a sí mismo.
–Lo siento, pero te equivocas. Yo sí creo en las segundas oportunidades. En las infinitas, no.
quería dejar constancia del suspiro pero me siento idiota porque no sé qué decir. Oucht. sí, eso. OUCHT.
ResponderEliminarPrecioso
ResponderEliminarUn achuchón gigante (:
Qué cierto es lo de la oportunidades.
ResponderEliminarMe quedo por aquí.
Un abrazo,
No podía dejar de mirar a la derecha hasta que empecé a leer el texto.
ResponderEliminarYo creo en las segundas oportunidades cuando las miradas son profundas y los abrazos sinceros, si no es así, no creo ni en las primeras.
ResponderEliminarechaba MUCHO de menos leerte.
Esto me lo voy a tatuar en la frente para que todo el mundo aprenda la lección y voy a hacer un mundo mucho mejor.
ResponderEliminar*suspira tristemente*